Caza de Ballenas


La captura de mamíferos marinos se remonta a los orígenes de la humanidad, se ha encontrado evidencia de ello en pinturas rupestres. Se piensa que los utilizaban para aprovechar sus pieles, grasa y carne.
La captura comercial de ballena se inició en 1868, cuando se habilitaron para este fin, los barcos de acero equipados con máquina de vapor, cañón ballenero y compresor para hinchar a los organismos capturados y llevarlos a flote.
Hasta finales del siglo XIX sólo se capturaban en la región septentrional del Atlántico y en el Ártico. Al principio del presente siglo se generalizó esta práctica, capturándose ballenas en el Pacífico y en las aguas del hemisferio austral.
Lamentablemente, las ballenas fueron cazadas en masa. Más de dos millones de ballenas fueron aniquiladas entre 1929 y 1979. Con el agotamiento de una  especie,  los cazadores sencillamente se trasladaban a otra especie aún no explotada.
En 1986, la Comisión Ballenera Internacional decretó la prohibición a la caza de ballenas esta Comisión se creó en 1946 por catorce naciones que se dedicaban a la caza, ya que originalmente fue creada tanto para proteger a las ballenas como para mantener regulada la caza, ya que la misma industria tenía que imponerse restricciones para no quedarse sin recursos, debido a  los agotamientos de los stocks de ballenas en todo el mundo.
Sin embargo, algunos países -como Japón y Noruega- han explotado los vericuetos legales de la moratoria con la intención de continuar cazando ballenas con fines comerciales. Japón aprovecha para cazar anualmente 440 ballenas, 100 en el Pacífico Norte, el 10 % están preñadas. La carne de estas ballenas termina en el plato de lujosos restaurantes de Japón.


Recientemente la Comisión Ballenera Internacional (CBI) presentó una propuesta que tiene por permitir la cacería de ballenas a tres países -Japón, Islandia y Noruega- a través de un período de diez años para hacer una "evaluación de la disminución de las cuotas de caza". Se pretende permitir cuotas de caza para especies en peligro de extinción como la ballena de aleta o rorcual común, ballena jorobada e incluso se aumenta la cuota de caza de subsistencia de la ballena gris mexicana.
Las cancillerías de diversos países se pronunciaron en contra de la propuesta cuando ésta se dio a conocer. Ahora hasta Japón la rechaza porque no le parece reducir el número de ballenas que caza actualmente.
La Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales informó que México no puede sostener la propuesta que presentaron Cristian Maquieira y Anthony Liverpool,  Presidente y Vicepresidente de la Comisión Ballenera Internacional (CBI), para el manejo y conservación de las ballenas por considerar que no es un producto balanceado después de un periodo de intensos trabajos y negociaciones.

México se opone a la caza de ballenas, ya que no justifica esta actividad ni con fines supuestamente científicos o comerciales, por lo que mantendrá su postura conservacionista sin menoscabo y una visión diplomática de respeto hacia otras idiosincrasias.